Aunque el gobierno del General Raúl Castro, de boca para afuera, con urgencia pide un periodismo diferente, crítico, polémico, atractivo y ágil, en la práctica los reporteros oficiales no se animan a soltar el lastre de las notas armadas a golpes de consignas y trechos con discursos de Fidel Castro.
Los periodistas que laboran en los medios estatales se lo piensan dos veces antes de realizar un reportaje caliente, con la realidad de la calle, las que ellos viven, de barrios con jineteras y tipos que venden a discreción leche en polvo, aceite vegetal o jeans robados de algún almacén.