Por Joan A. Guerrero
En unos quince días el movimiento de la Spanish Revolution, que sorprendió a todo el mundo por el uso inédito de las redes sociales como canal para una protesta política al margen de los partidos, se ha convertido en un galimatías de origen difuso y destino incierto. Origen difuso porque nadie acierta a definir demasiado bien quién hay detrás de Democracia Real YA, la primera convocante, ni sus intenciones. Y de destino incierto porque las acampadas en las ciudades no estarían bajo control de este movimiento primigenio sino de grupos que preconizan -al parecer sin tener en cuenta que antes deberían pasar por las urnas- el fin del sistema actual con la clara vocación de sustituirlo por un tipo de organización asamblearia en el que nadie es líder y en donde todo se aprueba por consenso absoluto.
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